unión (económica) europea

“Es un mensaje de que ya nadie puede jugar con nuestra moneda común ni con nuestro destino común y de que la Unión Europea sigue siendo una comunidad de valores comunes, objetivos y solidaridad»

Con estas palabras celebró el presidente griego, Yorgos Papandreu, la creación del plan de rescate por parte de la Unión Europea. Este plan propone la concesión de créditos a interés del 5% por un valor no superior a los 30.000 millones de euros en caso de necesidad.

Es, ciertamente, un claro ejemplo de solidaridad. De solidaridad con los empresarios. Es una clara estrategia para devolver la confianza a los inversores, pero ¿quién devolverá la confianza a los trabajadores? ¿Y a los parados? ¿Quién disfrutará de ese dinero? ¿Los Banqueros? ¿Los Paraísos Fiscales?

Una vez más se demuestra que esta Europa está vieja y achacosa. Cuando algo duele se unta pomada o mira para otro lado. En lugar de ser una institución representativa y modelo en materia de derechos sociales y de valores comunes, se ha convertido en un anciano quejoso. Como ejemplos se podrían citar la directiva de la vergüenza y la ampliación de la jornada laboral a 65 horas.

Ellos siguen a lo suyo, con la misma política liberal que nos ha llevado al borde del precipicio y que no permite escalar a los que ya están en él. El continuismo y la inversión que va de lo público a lo privado. Sin retorno.